Hoy decido compartir esta herramienta a raíz de una conversación que tuve ayer con una de mis mejores amigas. Ella me contaba, como había tomado una decisión sin dejarse sentir, dejándose llevar por lo que se esperaba de ella sin pararse a sentir lo que ella deseaba realmente, lo que a ella le dejaba más tranquila. Cómo estaba más centrada en evitar un conflicto con su familia que de evitárselo a ella misma. Y cómo eso le había generado intranquilidad y malestar.
En relación a esta situación me gustaría hablar un poco sobre, que es esto de “DEJARSE SENTIR” a la hora de decidir algo.
Si tomamos las decisiones solo con la cabeza tenemos muchas probabilidades de equivocarnos. Porque lo que es lógico no siempre es lo mejor para nosotros, lo que deseamos, o lo que nos proporciona tranquilidad. Y de eso se trata ¿no?, de vivir en la tranquilidad.
La razón es una herramienta maravillosa para muchas cosas, pero en contra de lo que nos han enseñado no debe ser la única. Pensad en esas cientos de decisiones que tomamos a lo largo del día, que no son trascendentales, pero que si somos conscientes de ellas y las tomamos dejándonos sentir y no por lo que se espera de nosotros, nos llevan a vivir más coherentes con nosotros mismos, a respetarnos y eso nos lleva irremediablemente a estar más “tranquilos”. Cuándo hablo de tranquilidad no hablo de estar relajados en un spa o en el sofá viendo la tele, o leyendo un libro, hablo de esa tranquilidad interna. Hablo de ese cerrar los ojos por la noche con la sensación de que todo está en su sitio y abrir los ojos por la mañana con esa misma sensación de estar viviendo lo que uno quiere vivir. Ese suspiro de sentirse tranquilo y en coherencia con uno mismo.
El “Dejarse sentir”, es escucharse, es respetarse, y para ello solo hay que cerrar los ojos durante unos minutos antes de tomar una decisión y ver que se mueve por dentro. ¿Qué me deseo realmente? No ¿qué se espera de mí? Quedarte en silencio atento a lo que cada una de las opciones me hace sentir. Es conectar con nosotros de una manera más profunda.
Os recomiendo que al que a partir de ahora cuándo alguien os pregunte algo o alguien os pida alguna cosa no digáis “Déjame que lo piense”, decid “DÉJAME QUE LO SIENTA”.
Voy a poner un ejemplo muy sencillo y de mi vida cotidiana:
Me llama un familiar y me pide un favor. Si me dejo guiar con la cabeza que es mi tendencia habitual por mi educación. Os voy adelantando ya que dentro de “mi personaje” (ya explicaré otro día qué es eso del personaje), el estar al servicio del otro es un pilar fundamental, por encima de mis deseos. Bueno, pues según mi razón y siempre siguiendo las directrices de “mi personaje”, no dudaría en hacerle el favor. Porque mi cabeza me diría: “Es mi familia”, “Tengo que estar ahí siempre para mi familia”, “¿Cómo se va a sentir si no se lo hago?” “Si no se lo hago se va a sentir mal o se va a molestar”.
Bueno, pues ¿qué sería dejarme sentir en este caso? Sería pararme un momento en silencio, con los ojos cerrados, y estar atenta a que siento respecto a eso que me pide, qué deseo. Es dejar la cabeza a un lado por un momento y sentir si me da tranquilidad o no hacer eso que me pide. Si me da tranquilidad le digo que sí y si no me la da, le digo que no. Es conectar con tu deseo, y no con el deseo del otro.
Aquí llegamos a un punto importante también. “Decir que no”
Si lo decimos desde el amor y el respeto al otro y a ti, os aseguro que sorprendentemente la mayoría de las veces no se van a molestar y eso es una sorpresa muy grata que me llevé el día que comencé a decir que no. La gente no se enfada, la gente lo entiende. Fue como si me quitara un peso de encima tremendo, puedo decir que no y quedarme tranquila.
También podemos encontrarnos con el que se enfada porque está acostumbrado a que siempre estemos ahí para lo que se nos pide. Pero bueno, eso hay que ser capaz de sostenerlo también, aceptarlo y quedarnos tranquilos. Si el otro se enfada es algo suyo, no es una razón para que yo deje de respetarme haciendo algo que no siento.
Esto lo escribo para vosotros y para recordármelo a mí. Porque es un trabajo diario, de recordarme estar atenta a mí, recordarme vivir más consciente. Todavía se me escapan muchas decisiones sin dejarme sentir. La diferencia es que ahora soy consciente de ello y no puedo echarle la culpa a nadie, simplemente estar más atenta a mí la próxima vez.
Espero que lo pongáis en práctica y os sirva.
Un abrazo.
Os deseo lo mejor.
Mabel Laguna
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